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Sin título

PALMERO, Luis

2000

Técnica: Acrílico sobre tela en tabla

Medidas: 90 x 70 cm

Número de registro: TEA2000-024

Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes Cabildo Insular de Tenerife

“La inmersión en las aguas significa el retorno a lo preformal, en su doble sentido de muerte y disolución, pero también de renacimiento y nueva circulación, pues la inmersión multiplica el potencial de la vida. El nacimiento se encuentra normalmente expresado en los sueños, como señaló Freud, mediante la intervención de las aguas. Se alude por medio de ese elemento a lo transitorio, pero también a la finitud: el agua es la profundidad transparente, algo que pone en comunicación lo superficial y lo abismal, por lo que puede decirse que esa sustancia cruza las imágenes. El ser consagrado al agua está marcado por el vértigo (recordemos la etimología griega del vértigo: ilingós, remolino de agua) y la melancolía. Si en las fuentes surge el narcisismo idealizadamente, también en lo acuático se localizan los complejos de Ofelia o Caronte: ahogada por amor y despecho, atravesando el territorio del olvido hacia la morada de los muertos. «Contemplar el agua es derramarse, disolverse, morir», convertir en arte acuático es dar cuerpo vertical a la profundidad de la ensoñación. Jung señaló que el deseo del hombre es que las sombrías aguas de la muerte se conviertan en las aguas de la vida, que la muerte y su frío abrazo sean el regazo materno, así como el mar, aunque sumerge al sol, lo vuelve a hacer nacer de sus profundidades. 

Michel Serres ha indicado, con justicia, que solemos hablar de sólidos, no sabemos si no es sobre ellos: la coherencia y cohesión de éstos prolonga la identidad a la que aspira el entendimiento. Acaso sea porque el líquido, los flujos, el agua, no ofrecen cimiento. La «liquidez» del lenguaje tiene que ayudarnos a descifrar ese mundo acuático en el que se mezcla la luz y la oscuridad. Recordemos que en el himno de la creación del Rig Vela se dice que la oscuridad estaba allí, «todo estaba rodeado de tinieblas, y todo era agua en demasía», pero que en otras tradiciones el momento acuático es, propiamente, aquel en el que se produce la iluminación. La naturaleza dual del agua se manifiesta también en su deslizamiento entre la pureza y lo impuro o informe, eso que Bachelard, con enorme intensidad, describe como viscoso que bloquea el placer onírico.”


 

[Fernando Castro Flórez. En “Luis Palmero”. Biblioteca de Artistas Canarios. Gobierno de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, 2020.]