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Luis Palmero

19 feb 2021 > 30 may 2021

Escalas (1980-2020)

Luis Palmero

TEA Tenerife Espacio de las Artes exhibe Luis Palmero: Escalas (1980-2020), una exposición comisariada por Nilo Palenzuela. 

"Inmerso en la pintura posminimal y la abstracción geométrica, no ajeno a los movimientos de libertad expresiva que se desplegaron en los años ochenta, la trayectoria de Luis Palmero (Santa Cruz de Tenerife, 1957) se despliega durante cuarenta años sobre motivos, planos de color, formas, retículas, “paisajes” a los que vuelve de manera constante. Sin embargo, como para los artistas norteamericanos y alemanes nacidos en los años 40 y 50 del siglo XX, la opción abstracta y geométrica es provisional y carece de dogmatismo. Puede transitar de una forma a otra, al tiempo que interesarse por la figuración.

La pintura, para Palmero, tiene que ver con la frescura vital e improvisadora del jazz, de manera que puede hacer un homenaje a un clásico contemporáneo, volver luego a sus “acordes” visuales o romper y seguir adelante. El equilibrio se mantiene, pero siempre se abre hacia un movimiento más vertiginoso, que necesita contener. No hay melancolía ni religión, solo una afirmación del ser en el instante presente, una defensa de la vida aun cuando la tragedia o el dolor puedan estar cerca. En la vertiente expresiva del arte en que se halla no es la originalidad lo que busca, sino la intensidad lumínica y vital de la experiencia pictórica: lugares para detenerse y compartir la emoción."

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Fechas: 19/02/2021 > 30/05/2021

Ubicación: Sala B (Planta 0) consulta el mapa

Martes a domingo de 10.00 a 20.00 h
Lunes cerrado, excepto festivo

Escalas. Luis Palmero (1980-2020) (0.17MB)

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Fechas: 19/02/2021 > 30/05/2021

Ubicación: Sala B (Planta 0) consulta el mapa

De martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas

Pintura

19 feb 2021 > 30 may 2021

Escalas (1980-2020)

Luis Palmero

TEA Tenerife Espacio de las Artes exhibe Luis Palmero: Escalas (1980-2020), una exposición comisariada por Nilo Palenzuela. 

"Inmerso en la pintura posminimal y la abstracción geométrica, no ajeno a los movimientos de libertad expresiva que se desplegaron en los años ochenta, la trayectoria de Luis Palmero (Santa Cruz de Tenerife, 1957) se despliega durante cuarenta años sobre motivos, planos de color, formas, retículas, “paisajes” a los que vuelve de manera constante. Sin embargo, como para los artistas norteamericanos y alemanes nacidos en los años 40 y 50 del siglo XX, la opción abstracta y geométrica es provisional y carece de dogmatismo. Puede transitar de una forma a otra, al tiempo que interesarse por la figuración.

La pintura, para Palmero, tiene que ver con la frescura vital e improvisadora del jazz, de manera que puede hacer un homenaje a un clásico contemporáneo, volver luego a sus “acordes” visuales o romper y seguir adelante. El equilibrio se mantiene, pero siempre se abre hacia un movimiento más vertiginoso, que necesita contener. No hay melancolía ni religión, solo una afirmación del ser en el instante presente, una defensa de la vida aun cuando la tragedia o el dolor puedan estar cerca. En la vertiente expresiva del arte en que se halla no es la originalidad lo que busca, sino la intensidad lumínica y vital de la experiencia pictórica: lugares para detenerse y compartir la emoción."

Texto de Nilo Palenzuela, comisario

Scales (1980-2020). Luis Palmero

Influenced by the expressive freedom of the post-minimal painting and geometric abstraction movements that held sway in the 1980s, Luis Palmero (Santa Cruz de Tenerife, 1957) has cemented a forty-year practice on motifs, colour planes, forms, grids and “landscapes” to which he returns time and again. That being said, similarly to the case of US and German artists born in the 1940s and 50s, this focus on geometric abstraction is devoid of any dogmatism, instead it is purely contingent, allowing him to shift from one form to another and equally engage with figuration.

In fact, Palmero’s take on painting is predicated on the improvisation and vitality of jazz, in which he can riff on a contemporary classic before returning to his visual “chord” progressions, change rhythm again and forge ahead. All the time finding the right balance while at once verging on a more out-of-kilter movement that needs to be controlled. Here there is no melancholia or religion, just a declaration of being alive in the present, a hymn to life even when tragedy and pain are close at hand. He has chosen the expressive field of art not to search for originality but to find the luminance and vital intensity of the painterly experience: places where to stop and rest and share emotion.

Nilo Palenzuela, curator