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Paisaje esencial I / II / III / IV

AGUILAR, Ildefonso

2006

Técnica: Arenas y pigmentos naturales sobre soporte de madera marina

Medidas: 120 x 960 cm

Número de registro: TEA2017-021

Con una particular estética liberada de la forma, tendente a la abstracción y vinculada al informalismo matérico, el repertorio de trazos y gestos del artista configuran evocadoras composiciones en las que los valores tectónicos son sublimados, incidiendo en la belleza de la materia como ideario. Al utilizar de manera sincera el material volcánico en su obra, potencia tanto la naturaleza mineral de las arenas como la sugestión de la orogénesis de un paisaje joven. El artista nos sitúa ante una tierra sin referencias espaciales concretas, ajena a un instante puntual. Esta particular poética convierte al artista en un maestro de la composición improbable. 


“Ildefonso Aguilar trabaja a partir de la vivencia del paisaje en el escenario volcánico y atlántico de la isla de Lanzarote, desentrañando silencios y vacíos, los latidos de la tierra bajo la aparente quietud de la superficie terrestre, los sonidos del paisaje provocados por el viento que incide sobre grietas y fisuras o el escarpe del acantilado, suavizando sus perfiles, arrancando fragmentos de la lava para reforzar la naturaleza abrasiva de un aire que al soplar con fuerza araña la piel áspera de la isla, erosionándola. Frente a la ilusión de eternidad que desprenden las montañas, la fugacidad de los relieves arenosos convierte a sus formas en gestos expresivos del paisaje, sugerencias que sólo el individuo que vive en armonía con la naturaleza es capaz de percibir”.

"La obra de Aguilar refleja una misteriosa relación entre el creador y la Naturaleza, capaz de provocar en el espectador la sensación de reencuentro con una visión que le es próxima, más allá de la sugerencia del lugar evocado, como si el paisajista hubiera enunciado un signo personal y universal a la vez".

“Hay algo en su obra que nos inquieta sobremanera: la extrañeza de sabernos espectadores de una pintura que muestra ante nuestros ojos una situación límite. Una imagen poderosamente terrible y hermosa a la vez, como la mirada que se asoma al vacío desde la cima del abismo y escucha desde lo alto el repercutir de una piedra lanzada al fondo. Un sentimiento de caída apabullante que es, a un tiempo, sublime, como el espectáculo de la propia Naturaleza en sus formas más escuetas y primitivas. Una pintura que es una imagen y sonido; sensación de espacio infinito, vértigo, soledad y pensamiento”.

[Textos: Ildefonso Aguilar. Desiertos y malpaíses, por Federico Castro Morales; El paisaje sonoro, por Isidro Hernández Gutiérrez].