Nube con lluvia
GONZÁLEZ GONZÁLEZ, Gonzalo
1997
Técnica:
Medidas:
Número de registro: TEA2009-007
Donación del artista Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes Cabildo Insular de Tenerife
"Una de las constantes que definen la producción artística de Gonzalo González es que hace visible en sus obras, de una u otra manera, el rastro de sus intereses culturales. El espectador que indague un poco encontrará sus dibujos, cuadros, y esculturas aliñados de evocaciones y referencias a las artes visuales, a la poesía, la música, el cine o la filosofía. Su obra, por tanto, no responde en absoluto al habitual estereotipo del artista que busca expresar sus emociones o impresiones personales; lo que hace este autor multidisciplinar tiene más que ver con el desarrollo de líneas de pensamiento que tienen amplias conexiones con temas diversos de las artes y la cultura contemporáneas.
Nacido en Los Realejos [Tenerife] en 1950, Gonzalo González terminó sus estudios de Bellas Artes en Madrid, tras los cuales regresó a su isla natal para dedicarse por entero a la pintura. En 1975 realizó su primera exposición individual en la Galería Yles de Las Palmas de Gran Canaria; desde entonces, ha desarrollado una importante producción artística que le ha convertido en uno de los autores más relevantes de Canarias. Ha realizado más de cincuenta exposiciones individuales y decenas de colectivas, en museos, salas de arte, galerías y ferias de arte nacionales e internacionales, y sobre su trabajo se ha publicado una nutrida bibliografía, entre ella varias monografías y tesis doctorales. En sus cuarenta años de trayectoria profesional, su obra se ha desplazado desde la pintura hacia la producción de esculturas y objetos, y desde el interés por el cuerpo hasta la reflexión sobre el paisaje.
Este género no sólo es uno de los más importantes de la tradición pictórica, sino, en realidad, un tema clave de la cultura contemporánea, ya que la idea de paisaje, entendida como la representación de la realidad natural, contiene la relación dialéctica entre el ser humano y el territorio, entre la civilización y la naturaleza, y constituye por ello una problemática de enorme alcance cultural. El interés de Gonzalo González por este asunto se ha traducido en una larga y profunda investigación con los códigos y convenciones visuales de la representación del paisaje, desarrollada en series de obras que han abordado problemas pictóricos bien definidos: cuadros de nubes, de horizontes, de bosques, de volcanes.
Sin embargo, frente a lo que pueda en algún caso parecer, sus obras no son abstracciones o síntesis de la naturaleza de su entorno; no se trata de un artista particularmente fascinado por los parajes de las islas Canarias. Sin duda Gonzalo González es una persona que mira al cielo y al mar, pero ante todo es un hombre inmerso en su cultura, que reflexiona sobre lo que significa mirar al cielo y al mar, y que indaga en las relaciones entre esa mirada y las formas artísticas en las que ha sido expresada. Como resultado de este interés, su obra recoge y reenfoca convenciones diversas sobre la naturaleza, que van desde las formas paisajísticas del romanticismo hasta los tratados ilustrados de botánica; y en sus modos de trabajar se viste unas veces de poeta, ese espectador deslumbrado por los destellos de sentido que florecen ante sus ojos, y otras de científico, de aquel científico ilustrado provisto de un cuaderno de apuntes que buscaba comprender –y por tanto concebir– la naturaleza.
Posiblemente la cuestión principal de esta forma en que el artista trabaja sea su interés por señalar el papel central del lenguaje visual. Hoy en día ya nadie discute que el paisaje no es algo que se presenta virgen e inocente a la mirada, sino que, por el contrario, es la mirada lo que construye el paisaje: lo construye físicamente –por ejemplo decidiendo qué paraje se puede urbanizar y cual hay que preservar de la acción humana– pero sobre todo lo construye como idea, definiendo y categorizando con palabras aquello que es natural. Y no debemos olvidar que la relación del ser humano con la naturaleza depende del concepto que tenga de ella; un árbol tendrá un trato muy distinto si se asocia a la palabra hermoso que si se asocia a la palabra madera.
Esta problemática, que está en el trasfondo de las indagaciones visuales de Gonzalo González, le ha llevado a la necesidad de abordar los problemas de lenguaje implicados en la representación del paisaje; examinando los elementos gráficos y visuales implicados casi como si fueran palabras. En la medida en que juegan de esta forma con el lenguaje, sus obras son equiparables a enunciados poéticos, pero a la vez, en ocasiones, se diría que son auténticos tratados de lingüística, que examinan posibilidades retóricas, fragmentando la representación del paisaje en sus elementos constituyentes. Esta fragmentación, como un juego constante con las palabras gráficas, va a estar presente en muchas de sus obras, desde las pinturas codificadas de la serie «La Suite», que son básicamente frases visuales, hasta sus esculturas más recientes, que son collages con fragmentos de objetos usados, construyendo con ellos una imagen paisajística.
Con todo, la verdadera magnitud de su obra se percibe tomando contacto con sus dibujos. Dibujar es para este autor una actividad fundamental, que funciona como el laboratorio del artista, como escenario de su experimentación y desarrollo de ideas. El dibujo define el armazón conceptual de su obra, constituye el hilo conductor de su proyecto artístico y a la vez completa y complementa el significado de sus obras más ambiciosas. Cabe afirmar que los dibujos son el motor de su pensamiento, y a la vez su trazado; son sus estudios y reflexiones, y a la vez las huellas de su recorrido intelectual".
[Texto de Ramiro Carrillo, crítico de arte y profesor de la Facultad de Bellas Artes de la ULL]