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El producto sublime

VALCÁRCEL MANESCAU, Ernesto

1989

Técnica: Tríptico. Técnica mixta

Medidas:

Número de registro: TEA1999-015 (1/3) y 2009-011 (2/3 y 2/3)

Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes Cabildo Insular de Tenerife

" Ernesto Valcárcel ha edificado una obra versátil y original, que perdura en el tiempo con vigor y tiene el brillo de lo auténtico. Sigue viva, incierta y palpitante, interrogando a la vida y el arte. El expresionismo, lo prístino, la fragmentaria identidad del hombre moderno, el azar y la manipulación de la materia en busca del Producto Sublime son las venas que irrigan sus dibujos, manuscritos, pinturas, instalaciones, objetos y esculturas. El esqueleto que las soporta es robusto, platónico y nietzscheano, unimisma las ideas y los conceptos con la materia y el cuerpo. Toda su obra estimula el azar: la aventura existencial es su ámbito.

La disposición de su obra en el espacio no es banal; en todas sus exposiciones privilegia el montaje, le otorga cualidad de obra de arte y de ritual. Intenso, proteico y multidisciplinar son adjetivos que pueden aplicarse al trabajo de Ernesto Valcárcel; también a los artistas que ama: Leonardo da Vinci, ChristoJavacheff, Fernando Pessoa y Marcel Duchamp. Su actitud ante el hecho creativo es individualista, nunca ha pertenecido a ningún grupo o movimiento estético. Inútil es ajustar su obra a una taxonomía, no tiene bordes que la limiten. Se desparrama y crece en una vorágine que el artista transforma en singularidad.

El material con el que se expresa es genuino, una creación que manufactura y vitaliza. Es el artista comadrona de Nietzsche que ayuda a nacer, y el fundador de una poética que preña a la materia con sus sueños, conocimientos e intuiciones; con su dialéctica espacial y su pasión. Los resultados de este diálogo alquímico entre el hombre y la materia se encarna en unas obras de ejecución virtuosa e inventiva; conceptualmente sofisticada y de naturaleza táctil. La piel es la cosa más profunda que existe (Valery).

La extrañeza del soporte atrae lo ignoto, lo inaudito. Al usar siempre nuevos materiales y técnicas trabaja desde la inocencia y la intuición, entre la aventura y el descubrimiento. Su “ausencia de estilo, tener estilo en vez de tener un estilo, le permite dar la espalda a la obra precedente y arriesgarse, en cada obra nueva, a los azares de un comienzo” (Jean Cocteau) El producto sublime que genera el acto creativo y ofrece al espectador, exhala la frescura y lozanía del proceso. No ha sido contaminado por modas o tendencias, es un magma de ideas y formas que se revela de súbito e ilumina el ser del artista, sus obsesiones privadas. Las que, según Rorty, cuando coinciden con las necesidades públicas de una sociedad dan el éxito a una obra de arte.

El riesgo, la renovación, la sensualidad matérica, el cambio de tema y de técnica, son algunas de las claves de su trabajo. Abierto a muchos territorios expresivos, no se puede acotar su poética y sus obras son polivalentes, funcionan con independencia, al tiempo que participan de una totalidad. Durante el tiempo de la exposición comparten un proyecto de modulación espacial y de interrelaciones.

Dentro de sus recursos creativos destaca la fragmentación, el desguace de la obra original en múltiples pedazos. Luego el artista los recombina, o deja esa posibilidad abierta. Es un método que informa de sus inquietudes: el valor del juego y de los intercambios, el desdén por lo definitivo, la versatilidad de las cosas y la esencia mutable del ser; el eterno retorno de la creación y la destrucción...

Penetrar en la fronda de Ernesto Valcárcel es una experiencia selvática que nos descubre un mundo feraz e intenso. El artista nos invita a transitar por un universo en formación, inacabado y asimétrico. Cuando el ojo lo traspasa sucede lo que al viajero en el bosque: la alerta del instinto, el emerger de una sensualidad atávica. A la pasión animal hay que añadir la vocación analítica y conceptual del ser. En esa encrucijada sitúa Ernesto Valcárcel su poética.

Y en el corazón del bosque Ernesto Valcárcel precipita sensibilidad y metáforas: de la multiplicidad de la existencia y de la versatilidad de las cosas, del azar que dispensa los encuentros fortuitos y determinantes, de la fragmentación del yo y de la identidad lacerada del hombre contemporáneo, de la fugacidad del tiempo y de la seducción de la materia... El arte como recinto poroso que informa del lance entre la realidad y el deseo que juegan los humanos, eternamente. Expresionista en la aplicación del color, textura y formas; conceptual y paradójico, Ernesto Valcárcel concilia lo ancestral con el porvenir: su obra tiene la extrañeza de un presente infinito.

La multiplicidad y la ablación del yo lo llevan a la imagen caleidoscópica del heterónimo y a la disgregación de una identidad que sólo alguna religión considera monolítica. Los poetas saben que cada hombre contiene multitudes, que somos una suma de intuiciones, conocimientos, emociones e ideas, y que estamos en perpetuo cambio. Entre el microcosmos y el macrocosmos sólo hay diferencia de magnitud, su entidad es pareja. Conceptos e intuiciones de siempre, de Hermes Trimegisto y de la alquimia, que Ernesto Valcárcel FUSIONA con la ciencia contemporánea, con la física cuántica y con las matemáticas del hipercubo. Su propuesta es integradora, púes “aproximarse al origen abriéndose a la incertidumbre del futuro es la clave retroprogresiva que la época reclama. Retroprogresión, postmodernidad: balbuceos de una edad finalmente pluralista, sin discursos totalitarios, sin síntesis supremas, donde la recuperación de las formas del pasado se concilia con la irrupción de las nuevas tecnologías, con el pacto fértil entre complejidad y origen... Finalmente descubrimos la ambivalencia evolutiva: junto al empuje ascendente, la gravitación hacia el origen”. (1)

Ernesto Valcárcel nos da una información amplia y, a veces, exhaustiva, sobre sus procedimientos creativos y las claves de su trabajo. Opina que el arte es una secreción existencial y que para profundizar en su obra es más preciso el lenguaje de los estudiantes de alquimia, de chamanismo o de Zen, que el de la crítica de arte o el de la estética. Nicanor Parra sugiere que la función del artista consiste en expresar rigurosamente sus experiencias personales sin comentarios de ninguna especie. Desde Aristóteles se sabe que en el medio está la virtud".

(1). Pániker, Salvador. Teoría de la retroevolución. “El País”, Madrid, 27 junio de 1997.

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[Fotografía: (c) Roberto de Armas, 2018].