El barco alegre

En la obra de Juan Romero se observa un cierto apego a la pintura naif, especialmente a la influencia de pintores como el aduanero Rousseau; pero también algunos pintores cruciales en la tradición pictórica europea como es el caso de Chagall. En efecto, su temática es onírica y creadora de un mundo feliz ficticio, sustentado por el color vivo de sus escenas y personajes, así como por las formas bien definidas y la ocupación casi total de todo el espacio pictórico. Algunos críticos han señalado que su estética se encuentra cercana a la sicodelia de los años setenta y sus composiciones clásicas. El carácter naif de Juan Romero se inscribe dentro de una configuración poética de la realidad, que se revela en todo momento un universo personal inconfundible. Es un mundo imaginario en el que la Naturaleza representa un sentido universal: el paisaje trasciende su  mera categoría de escenario pictórico, y adquiere la categoría de simbólico.