Cosmoarte

En Cosmoarte (1965) se aprecia una evolución del lenguaje pictórico del artista, que ahora gravita en un universo más colorido, frente a las amplias manchas ingrávidas de colores suaves y neutros de Icerse. Díaz-Bertrana afirma que “con el Cosmoarte entra en su poética el existencialismo, el drama humano, lo barroco y el expresionismo. Van anegando toda la composición y según pasa el tiempo se intensifican. La obra, sin perder nunca la contención de la forma y las estructuras básicas que la definen, es cada vez más pasional y subjetiva, unimisma libertad y existencia, valora el compromiso y la autenticidad. González fragua un estilo, una forma de decir original y eficaz. Lo que Heidegger llama un espacio propiamente estético que concilia la emoción y la técnica”. Su afán es “la incógnita del ser estético: materializar la intención, la idea, en un objeto que no solo esté de acorde con las resonancias personales del artista, sino que coincida con acentos colectivos”.

[Carlos Díaz-Bertrana. Fragmento extraído de Pedro González. El espacio y el hombre. Fundación CajaCanarias, Santa Cruz de Tenerife, 2016].