Bicho de brochas

"Santiago Palenzuela la figuración siempre ha tendido a escaparse. Es como si cada pintura fuese fruto de una resonancia. Algunos autores han incidido muy tempranamente en una voluntad de repetición y, en cierto modo, sí podemos aferrarnos a ello si entendemos esa repetición como una acción sobre la memoria, como un volver permanente a lo mismo desde la pintura, procurando lo preciso desde esa suerte de memoria involuntaria, esa que tan bien ha destilado Proust y que Deleuze aplica a propósito de Bacon y su lógica de la sensación. Para Deleuze lo pretendido por Proust era sacar a la luz una especie de figura despojada de cualquier función figurativa. No es una contradicción, sino una suma de sensaciones capaces de habitar a niveles diferentes. Una conjunción que se deriva a modo de vibración que nos conduce de un nivel a otro. También la imagen pictórica de Santiago Palenzuela es obtenida por depósito, por acumulación, abrazando reacciones internas del pensamiento y de la propia pintura. El resultado es una imagen-objeto, o un objeto-pintura. Forma, materia, textura, color y proceso forman parte del discurso, como si se tratase de un aroma con peso, donde la pintura además de representación se empodera como presencia". 

[David Barro. Fragmento del texto "Tensar la pintura", escrito para el catálogo de la exposición Odio sobre lienzo, TEA, 2019].