Autorretrato en el tiempo 3-3
FERRER, Esther
1981-1999
Técnica: Instalación fotográfica
Medidas: 40 x 30 cm
Número de registro: TEA2001-009
Colección TEA Tenerife Espacio de las Artes Cabildo Insular de Tenerife
Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) es pionera en el arte de acción y la performance. Su trabajo, siempre subversivo y mordaz para con la ortodoxia normativa aceptada socialmente, ha sido una referencia crucial para varias generaciones de artistas en España. Esther Ferrer inició su trayectoria a principios de la década de los sesenta. Participó en la creación del primer Taller de Libre Expresión (Vizcaya) y, poco después, se unió al grupo de vanguardia neodadaísta ZAJ. A mediados de la década siguiente desarrolló sus acciones y obras con fotografías trabajadas, instalaciones, cuadros basados en la serie de números primos o Pi, u objetos. La serie Autorretrato en el tiempo aborda varios de los temas centrales de su trabajo: el tiempo, el cuerpo y su representación, la visibilidad de la mujer, el azar. En una entrevista concedida a Paula Achiaga en 2017 la artista subraya: “No tengo ni idea de qué es el tiempo. Según los astrofísicos no existe, es una creación del hombre para comprender el mundo en que vivimos. Hay veces que creo que no tengo conciencia del tiempo y otras voy corriendo detrás de él. Para esta serie elegí la idea del tiempo en la fotografía porque todas las caras llevan escrita una biografía. Todo lo que pasa deja huellas sobre tu cuerpo y me parecía que hacer retratos era la manera más fácil de mostrar el paso de tiempo. Pensé hacerlo con la cara de otra persona, pero nadie quería ser fotografiado y luego cortado [las imágenes muestran dos mitades de distintos momentos del rostro de la artista]”. Esther Ferrer recibió en 2008 el Premio Nacional de Artes Plásticas y, en 2014, los premios Gure Artea y el Velázquez, que conceden el Gobierno Vasco y el Ministerio de Cultura, respectivamente. En su larga carrera artística ha participado en numerosos Festivales y museos internacionales.
“No pretendo hacer visible el elemento biográfico, aunque en el arte siempre está ahí. En mi caso, me di cuenta hablando con una crítica de arte de las instalaciones con hilos y relacionándolas con recuerdos de mi infancia, y es que, efectivamente, remiten a mi niñez. Nunca ha sido algo consciente, si mi obra es autobiografía, lo es a pesar de mí”.
“El arte en mi caso es una vía de conocimiento, una manera de conocer el mundo en el que vivo y de conocerme a mí misma. Voy detrás de lo que me interesa, investigando. Una de las virtudes del arte es que no es dogmático, es transformable. Cuando trabajo sé que estoy en la vía de conocer algo. Y en este sentido, el accidente forma parte de la obra: si estropeo una fotografía no la tiro nunca. El arte es un espacio de libertad, donde te puedes permitir todo lo que tú quieres. Si tiene una función es la de estimular tu pensamiento, una reflexión y un placer enorme, para mí y espero que quizás también para los otros”.
[Fragmentos recogidos a partir de una entrevista de Paula Achiaga realizada en 2017]