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28 oct 2020

TEA Tenerife exhibe esta semana en El Videoclub el programa 'Farocki y Pasolini: El ruido y la furia'

‘El fuego inextinguible’ y ‘Pasolini, la última entrevista televisiva’ son los dos títulos que conforman este nuevo ciclo de proyecciones

TEA Tenerife Espacio de las Artes, centro de arte contemporáneo que depende del área de Cultura del Cabildo de Tenerife que gestiona el consejero Enrique Arriaga, proyecta esta semana en El Videoclub un programa doble titulado Farocki y Pasolini: El ruido y la furia, compuesto por El fuego inextinguible (Nicht löschbares Feuer, 1969), de Harum Farocki; y por Pasolini, la última entrevista televisiva (1975). Las proyecciones tendrán lugar desde mañana [jueves 29] hasta el domingo [día 1], en cuatro pases diarios que darán comienzo a las 12:15, a las 13:00, a las 18:00 y a las 19:00 horas.

Estas dos propuestas inciden sobre el valor de la imagen, elementos al servicio de la manipulación frente a los que el espectador debe estar siempre en guardia. La entrada a El Videoclub -programa de TEA que propone una reflexión sobre el sentido de la imagen y el lenguaje cinematográfico- es gratuita pero el aforo del espacio está limitado a un máximo de 21 personas, que además deberán hacer uso de mascarillas durante toda la proyección.

En el inicio de El fuego inextinguible, uno de los primeros filmes del videoartista y cineasta alemán Harum Farocki (1944-2014), es el propio artista sentado en una mesa quien lee la declaración ante el Tribunal de Crímenes de la Guerra de Vietnam en Estocolmo de una víctima vietnamita que sufrió los efectos del napalm sobre su cuerpo. Para ejemplificarlo, Farocki, en una suerte de performance filmada, coge un cigarrillo y lo apaga sobre su brazo, mientras se oye: “Un cigarro se quema a 400 grados. El Napalm arde a 3.000 grados”.

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Esta obra de Farocki, de 22 minutos de duración, se inicia como un enérgico alegato contra la Guerra de Vietnam y el uso del napalm contra la población vietnamita por parte de las tropas estadounidenses. Pero Farocki va más allá y señala y denuncia directamente a las empresas y plantas químicas que fabrican el napalm y armas para los conflictos bélicos. Lo hace intercalando imágenes de archivo con otras filmadas ex profeso e intertítulos a modo de proclamas, tan contundentes e intemporales como el que dice que “las pérdidas de los oprimidos son las ganancias de los opresores”.

En su última entrevista televisiva, realizada en París el 31 de octubre de 1975 para el programa Dix de der conducido por Philippe Bouvard para Antenne 2, justo dos días antes de su muerte, Pier Paolo Pasolini -que se encontraba en plena madurez creativa y que estaba a punto de estrenar la que se convertiría en su película póstuma- no tenía reparos en abjurar de su Trilogía de la vida (formada por El Decamerón, Los Cuentos de Canterbury y Las mil y una noches) y en apostar por la que iba a ser la primera película de su Trilogía de la muerte, Saló, o los 120 días de Sodoma, afirmando rotundamente que “escandalizar es un derecho...Ser escandalizados, un placer…y el que rechaza el placer de ser escandalizado, es un moralista”.

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El polifacético artista, figura polémica e incómoda para el establishment italiano de la época, que se confesaba “militante de la izquierda independiente marxista”, a la vez que miembro de “la élite burguesa”, hacía en esa entrevista una declaración tristemente premonitoria cuando hablaba de “peligros inmediatos” para su nueva criatura cinematográfica “por la aparición de algún moralista que rechaza el placer de ser escandalizado”. El 2 de noviembre de ese mismo año, Pasolini fue brutalmente asesinado en la playa de Ostia. Hoy, 45 años después, el asesinato del genial escritor, poeta y cineasta italiano sigue sembrado de dudas.

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