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20 jun 2019 > 20 oct 2019

Estar aquí es todo

Estar aquí es todo es una exposición que descubre las nuevas creaciones de Gonzalo González (Los Realejos, 1950), un artista cuya obra está en su apogeo, en su mejor nivel. La muestra, comisariada por Ramiro Carrillo, recoge las diferentes líneas del trabajo reciente del artista y las presenta de una manera en la que se percibe su coherencia y lo que persigue con su obra. Esta exposición, una propuesta relevante dentro de la trayectoria de González, es toda una experiencia visual que le permitirá al visitante sumergirse en el universo poético de este autor y descubrir sus últimas creaciones.

Cerca de 800 piezas conforman esta individual en la que hay fotografías, esculturas, pinturas, dibujos y vídeos. Son obras inéditas que han sido realizadas en estos últimos cinco años. Sin embargo, Gonzalo González no es un artista de obras aisladas sino de discursos. Sus creaciones siempre tienen que ver con otras obras y para comprender bien su trabajo es importante ver como evoluciona en el tiempo. Y pese a que la suya sea una obra muy diversa desde el punto de vista formal (realiza dibujos, esculturas y objetos, pinturas y recientemente, también fotografías), se aprecia en ella un mismo hilo conductor: El de su interés por el lenguaje visual, por la memoria cultural y por la mirada.

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Fechas: 20/06/2019 > 20/10/2019

Ubicación: Sala B (Planta 0) consulta el mapa

Martes a domingo de 10.00 a 20.00 h
Lunes cerrado, excepto festivo

14

© Vegap, 2019

© Vegap, 2019

Gonzalo González

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© Vegap, 2019

© Vegap, 2019

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© Vegap, 2019

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Fechas: 20/06/2019 > 20/10/2019

Ubicación: Sala B (Planta 0) consulta el mapa

De martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas

Mixto

20 jun 2019 > 20 oct 2019

Estar aquí es todo

Gonzalo González

Estar aquí es todo es una exposición que descubre las nuevas creaciones de Gonzalo González (Los Realejos, 1950), un artista cuya obra está en su apogeo, en su mejor nivel. La muestra, comisariada por Ramiro Carrillo, recoge las diferentes líneas del trabajo reciente del artista y las presenta de una manera en la que se percibe su coherencia y lo que persigue con su obra. Esta exposición, una propuesta relevante dentro de la trayectoria de González, es toda una experiencia visual que le permitirá al visitante sumergirse en el universo poético de este autor y descubrir sus últimas creaciones.

Cerca de 800 piezas conforman esta individual en la que hay fotografías, esculturas, pinturas, dibujos y vídeos. Son obras inéditas que han sido realizadas en estos últimos cinco años. Sin embargo, Gonzalo González no es un artista de obras aisladas sino de discursos. Sus creaciones siempre tienen que ver con otras obras y para comprender bien su trabajo es importante ver como evoluciona en el tiempo. Y pese a que la suya sea una obra muy diversa desde el punto de vista formal (realiza dibujos, esculturas y objetos, pinturas y recientemente, también fotografías), se aprecia en ella un mismo hilo conductor: El de su interés por el lenguaje visual, por la memoria cultural y por la mirada.

Estar aquí es todo, que cuenta con el patrocinio de Japan Tobacco International (JTI), se puede visitar en este centro de arte contemporáneo del Cabildo hasta el 20 de octubre, de martes a domingo de de 10:00 a 20:00 horas.

La muestra se estructura en seis espacios con ambientes distintos en los que pueden verse tanto las diferencias en sus líneas de trabajo como sus continuidades. Formalmente, las obras están agrupadas por formatos, hay un gabinete de esculturas y también una sala dedicada a lo gráfico, pero la idea es que se perciban las relaciones que hay entre estos aspectos más allá de las cuestiones meramente formales.

"Hace ya más de veinte años que Gonzalo González (Tenerife, 1950) se escabulló de los moldes disciplinares de la pintura, en la que había crecido como artista y destacado por sus especulaciones con los elementos que configuran el género del paisaje. Hasta entonces, había producido un buen número de pinturas que funcionaban, por así decirlo, por resonancia: las imágenes que empleaba en los cuadros se activaban porque recordaban a otras imágenes vistas en otros cuadros.

El artista estaba trabajando con la memoria cultural, con cómo las obras de arte que hemos visto y que se han hecho familiares se integran en el imaginario y se convierten en instrumentos que permiten interpretar aquello que vemos. González considera que tanto la expresión gráfica de elementos como el horizonte –acaso una simple línea– como sus contenidos y significados simbólicos son, en realidad, parte de las retóricas de la pintura.  

En los últimos veinte años su obra ha crecido tanto en diversidad formal como en profundización en su discurso. El conjunto de su producción reciente –dibujos, pinturas, esculturas, fotografías y objetos– puede ser descrito como un análisis y desmontaje de las codificaciones gráficas con las que se ha construido la idea de paisaje.

Dicho de otra manera, González propone una visión de la naturaleza cuyo fin es especular críticamente tanto con el concepto de naturaleza como con el concepto de visión. En ese sentido, sus obras pueden considerarse paisajes, pero no porque sean imágenes de lo real, sino porque indagan en los elementos y los signos mediante los cuales lo real es formulado como imagen.

González trabaja con figuras que pertenecen al paisaje visual –nubes, ramas, flores, cielos, horizontes– y al cultural –piezas diversas de bricolaje y objetos rescatados del olvido–, poniendo en tensión sus aspectos formales y sus significaciones. Eso sitúa a sus obras en el límite entre el paisaje entendido como una construcción gráfica, que pertenece al orden de lo visual, y como una codificación conceptual, que se concibe en términos de cultura compartida y de memoria.

Al artista no le interesa el paisaje como representación de naturalezas locales o de parajes memorables; lo que le interesa es comprender los mecanismos de lenguaje que intervienen en su imaginario como género artístico, buscando reflexionar sobre las formas simbólicas y poéticas en que se muestran nuestras concepciones de la naturaleza y del territorio.

Pero su intención va más allá: sus obras están hechas para invitar a las personas que las miran a darse cuenta de que están mirando, a examinar lo que significa mirar. Para ellas, el artista abre puertas, dispone señuelos, hace guiños y esconde pistas, proponiendo imágenes que reclaman tomarse un tiempo para observar. Simula experimentar con elementos y formas, pero su verdadero material de trabajo es, en realidad, su propia mirada. Con ella como herramienta, Gonzalo González, como un niño investigando las cosas, desmonta en sus piezas el juguete del paisaje, para después reconstruirlo como poema".

[Texto del comisario, Ramiro Carrillo]