14 nov 2025 > 22 feb 2026
El vértigo de las imágenes
Fotonoviembre 2025
TEA Tenerife Espacio de las Artes inaugura el viernes 14, a las 19:00 horas, la XVIII Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre, que organiza el Cabildo a través del Centro de Fotografía Isla de Tenerife adscrito a este museo.
Salas B, C, Vestíbulo y El Videoclub
El vértigo de las imágenes, exposición comisariada por Marta Dahó Masdemont
Artistas: Teresa Arozena, Ismaïl Bahri, Eline Benjaminsen y Dayna Casey, Bleda y Rosa, Patricia Dauder, Erik Estany Tigerström, Max de Esteban, Carla Filipe, Lee Friedlander, Marina Gadonneix, Paul Graham, Guido Guidi, Linarejos Moreno, Man Ray, Joana Moll, Pilar Monsell, Julia Montilla, Silvia Navarro Martín, Mabel Palacín, Joel Peláez Amador, Pérez y Requena, Aleix Plademunt, Lúcia Prancha, Xavier Ribas, Lotty Rosenfeld, Laia Serra Cribillers, Larry Sultan y Mike Mandel, Damián Ucieda, Oriol Vilapuig, Werker Collective y Tobias Zielony.
Fechas: 14/11/2025 > 22/02/2026
Martes a domingo de 10.00 a 20.00 h
Lunes cerrado, excepto festivo
14
Joana Moll. 4004 (2021)
Larry Sultan y Mike Mandel, Evidence (1977). Cortesía de Galería Zander
Ismaïl Bahri. Apparition, 2019
24
Carla Filipe. Las esposas y las mujeres (mujer anónima) de un cuerpo político ausente bajo la artificialidad de un cuerpo presente, 2022. (Filipe Braga)
Lee Friedlander. New York City, 1964
34
Aleix Plademunt, Matter, 2013-2022
44
Fechas: 14/11/2025 > 22/02/2026
De martes a domingo, de 10:00 a 20:00 horas
Mixto
14 nov 2025 > 22 feb 2026
El vértigo de las imágenes
Fotonoviembre 2025
TEA Tenerife Espacio de las Artes inaugura el viernes 14, a las 19:00 horas, la XVIII Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre, que organiza el Cabildo a través del Centro de Fotografía Isla de Tenerife adscrito a este museo.
Salas B, C, Vestíbulo y El Videoclub
El vértigo de las imágenes, exposición comisariada por Marta Dahó Masdemont
Artistas: Teresa Arozena, Ismaïl Bahri, Eline Benjaminsen y Dayna Casey, Bleda y Rosa, Patricia Dauder, Erik Estany Tigerström, Max de Esteban, Carla Filipe, Lee Friedlander, Marina Gadonneix, Paul Graham, Guido Guidi, Linarejos Moreno, Man Ray, Joana Moll, Pilar Monsell, Julia Montilla, Silvia Navarro Martín, Mabel Palacín, Joel Peláez Amador, Pérez y Requena, Aleix Plademunt, Lúcia Prancha, Xavier Ribas, Lotty Rosenfeld, Laia Serra Cribillers, Larry Sultan y Mike Mandel, Damián Ucieda, Oriol Vilapuig, Werker Collective y Tobias Zielony.
En una época que no cesa de anunciar su fracaso y de reiterar que nos hemos quedado sin futuro, sin un fundamento estable donde asentar una vida social o un ecosistema del que formar parte sin fragilizarlo, la sensación de estar al borde del colapso se ha vuelto una condición casi estructural. Este estado de inquietud no solo atraviesa nuestras formas de vida, sino que impregna también el modo en que nos relacionamos con las imágenes. ¿Qué lugar ocupan hoy en esta compleja trama de experiencias? ¿Qué posibilidades nos ofrecen para pensar lo que está ocurriendo, más allá de sus complicidades con los nuevos sistemas de producción?
Si bien en los últimos años la circulación masiva de los productos visuales se ha visto intensificada por dispositivos que promueven la estandarización y el consumo acelerado, no por ello han perdido su potencial crítico, su capacidad para plantear preguntas o interrumpir lo que se da por sentado. A pesar de los intentos por reducirlas a flujos algorítmicos o vectores de vigilancia, las imágenes se resisten a ser clausuradas en una función representacional o utilitaria. Aunque, sin duda, nos sitúan ante nuevos desafíos; en particular en el campo de la fotografía. La proliferación de imágenes generadas por sistemas computacionales o por modelos generativos de inteligencia artificial está borrando cualquier frontera nítida entre lo fotográfico, lo digital y lo simulado. Pero si algo ha caracterizado históricamente a este medio es su condición liminal: nunca ha sido el resultado de una única tecnología, sino un campo expandido en constante reformulación. Por este motivo, más que preguntarnos qué es la imagen, tal vez sea más urgente indagar en qué hace la imagen, cómo actúa, cómo nos implica.
Este nuevo escenario nos obliga a reconsiderar no solo nuestros modos de percepción y entendimiento, sino también las formas en que las imágenes nos interpelan, nos afectan y nos vinculan con el mundo. En diálogo con estos desplazamientos contemporáneos, resulta pertinente volver la mirada hacia las estructuras históricas que han modelado nuestra comprensión visual. El relato canónico del arte y la fotografía ha privilegiado, tradicionalmente, una lógica de lectura y decodificación: la imagen como algo dispuesto ante el ojo del espectador para ser interpretado. Sin embargo, a lo largo de las últimas dos décadas, múltiples voces provenientes de la filosofía y de las prácticas artísticas coinciden en resituar la noción de imagen liberándola de su reducción a objeto, representación o evidencia de lo visible. Desde este punto de vista, las imágenes definirían un campo de exploración, un proceso de pensamiento sensible de carácter relacional cuya fuerza sísmica desborda todo acotamiento demasiado restrictivo.
Atender al vértigo de las imágenes, como propone esta exposición, no pasa por trazar una suerte de recorrido temático. Por el contrario, los proyectos que la articulan activan otras maneras de mirar, de imaginar y de estar con las imágenes, para, desde ahí, revisar críticamente la experiencia que conforma nuestra relación con ellas, sin obviar las complejidades que pautan su condición en la actualidad. La invitación es, pues, a explorar cómo las imágenes configuran lo visible y lo pensable, reconociendo su fuerza para desestabilizar lo que se presenta como natural o inevitable. En este sentido, la propuesta curatorial responde al desafío de seguir pensando en la fotografía y lo fotográfico, aunque sin la limitación que supondría circunscribirse a una modalidad específica o centrarse exclusivamente en su dimensión técnica más reciente. Partiendo del carácter vinculante que caracteriza a las imágenes, y al hilo de las argumentaciones desarrolladas por la filósofa Andrea Soto Calderón[1], la exposición se organiza en torno a un conjunto de trabajos que, desde distintos enfoques y zonas de interés, contribuyen a desplazar la noción de imagen de una dimensión objetual a otra experiencial y performativa. Como apunta Soto Calderón, no vemos las imágenes como vemos los objetos, sino a través de ellas. No obstante, la importancia capital de este desvío no ha sido todavía suficientemente destacada.
En este marco, el vértigo que da título a la exposición no remite únicamente a una sensación subjetiva, sino a una condición estructural: la de una cultura visual sometida a velocidades insostenibles, a una producción de imágenes pensada para máquinas antes que para cuerpos, cuya implantación exponencial y creciente sofisticación está mermando la agencia que pueda ejercerse respecto de su uso. A su vez, afrontar ese vértigo conlleva tomar posición; no solo ante su declive, sino también en su contingencia. Si resulta prioritario abordar esta consideración se debe a que señala el punto exacto donde se pone en juego el impulso para seguir imaginando, para gestar nuevas posibilidades allí donde están siendo negadas. Más allá de su diversidad, cada uno de los proyectos aquí reunidos pone en movimiento la potencia formativa de las imágenes. Lo hacen a través de gestos que instituyen una libertad arrebatada, de reensamblajes que alteran el flujo habitual de imágenes o con escenas que propician la acogida de lo que no ha sido tenido en cuenta, desplazándose hacia los bordes de lo visible, donde la imaginación puede desenvolverse con mayor libertad.
Si estas perspectivas defienden la capacidad de las imágenes para abrir espacios de atención sensible no previstos, el planteamiento curatorial también incide en algunas aristas que subyacen a los sistemas de su producción. En lo que se refiere a las prácticas fotográficas o audiovisuales, no puede ignorarse que, por sus características técnicas, así como por aquello que implica la circulación y el almacenamiento de datos, participan de formas de explotación de recursos y extractivismos cuyo impacto ecosocial es cada vez más grave. A este respecto, El vértigo de las imágenes problematiza situaciones de interdependencia crítica. No solo para recalcar que los medios digitales tienen sus propias materialidades, sino también porque sus infraestructuras imponen condiciones de vida. Los síntomas del vértigo, múltiples y diversos, son la alerta que dirige nuestra atención a lo que acontece en el vórtice de las imágenes.
[1] Andrea Soto Calderón, La performatividad de las imágenes (Metales pesados, 2020); Imaginación material (Metales pesados, 2022); Imágenes que resisten. La genealogía como método crítico (La Virreina. Centre de la Imatge / Ajuntament de Barcelona, 2023); Indisciplinas de la mirada (Kikuyo Editorial, 2025).