"Desarrolló entre 1969 y 1983 un personal procedimiento creativo, a caballo entre la pintura, la escultura, el collage. En este periodo utilizó metales como el cobre, el aluminio, el zinc, y el acero, recortados con corte neto y geométrico, que primero ensamblaba y después soldaba, sometiéndolos a complejos procesos de erosión y oxidación y a una posterior limpieza y pulido. Todos estos procedimientos experimentales y sucesivos aportaban a sus obras, no tanto a las iniciales de resonancia más industriales y maquinistas, pero sin duda a las de evocación más humana y erótica, una apariencia de delicados matices, enriquecidos y tamizados por las irisaciones lumínicas. Estos efectos de luz, en claro con el “choque” que se produce entre los metales superpuestos, contribuyen a reforzar el valor poético y la alta carga emocional de sus composiciones, de yuxtaposiciones abstractas, pero en muchas ocasiones con marcadas resonancias humanas, creadas a partir de trozos de cuerpos que se combinan, fragmento a fragmento, placa a placa, hasta lograr una íntima reconstrucción sensual, erótica e incluso cósmica del cuerpo humano".

[María Soto Cano, "Pintura en los límites de la escultura", en Metales, Maribel Nazco, TEA Tenerife Espacio de las Artes, Tenerife, 2016].