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Manolo Millares

(Gran Canaria, Canarias, España, 1926)

(Madrid, España, 1972)

Pintor autodidacta nacido en Las Palmas de Gran Canaria. Sus primeras incursiones en la pintura tuvieron como modelo los paisajes de Lanzarote y de su isla natal realizados en acuarela. Junto a sus hermanos Agustín y José María Sall fundó los cuadernillos literarios Planas de poesía, fun episodio fundamental en su primera écoca. La trayectoria de Planas de Poesía se inició el 1 de julio de 1949 y terminó el 31 de agosto de 1951. Entre esos dos años se publicaron dieciocho entregas. Contribuyó al nacimiento de Planas el clima de inquietud intelectual que vivió la capital grancanaria durante los primeros años de la posguerra, en el que participaron miembros de generaciones maduras junto a jóvenes veinteañeros de muy prometedor porvenir que tenían en las tertulias de café o rebotica o el entorno de El Museo Canario sus puntos de reunión. Tal clima comienza a dar a conocer los frutos de su quehacer en los breves cuadernos de la Colección para Treinta Bibliófilos (se publicó entre 1943 y 1945), creada y dirigida por el exquisito editor e impresor Juan Manuel Trujillo (1907- 1976), tras fijar éste su residencia en la Isla en 1941 y entablado relación inmediata con los intelectuales locales: Pedro Perdomo Acedo (1897-1977), Simón Benítez Padilla (1890-1976), Ventura Doreste (1923-1986), etc. La Coleccióncitada abrió la vía de nuevas iniciativas literarias formadas por plaquettes de pocas páginas y formato pequeño; como Cuadernos de poesía y crítica (1946), o El Arca (1947), cuyo primer título reunió en Antología Cercada una breve muestra de las voces de los jóvenes poetas de aquella hora, con especial tono testimonial y crítico. Ya en 1949 apareció Los Dioscuros, que dirigía Ventura Doreste, una colección poética que publicó sólo dos volúmenes.

Derivado del interés por la cultura canaria aborigen, en 1950 su estilo pictórico muestra diversas tentativas de tipo constructivista y pinturas en las que es clara la influencia aborigen. Millares se convertirá, también 1950, en el principal impulsor del grupo LADAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), siendo, a la par, director de la colección de monografías de arte “Los Arqueros”, que publicará cuatro números. La primera exposición tiene lugar en el Museo Canario, entre los meses de enero y febrero, bajo el título Exposición de Arte Contemporáneo. En esta exposición Millares muestra algunas “pinturas guanches”, así como proyectos de pinturas murales bajo el título Canto a los Trabajadores y Canto a las Ciudades. Este mismo año, 1950, tiene lugar la segunda muestra de LADAC bajo el título: II Exposición de Arte Contemporáneo, esta vez celebrada en el Club de Universitarios de Las Palmas de Gran Canaria. En este catálogo, no figurando aún el nombre del grupo, figura su símbolo: unos arqueros de una cueva levantina. Con ocasión de la exposición primera de LADAC se organiza un ciclo de conferencias, en siete veladas, en la que intervienen críticos de arte, poetas y músicos.

La I Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en Madrid en el otoño de 1951, supone el encuentro definitivo de la obra de Manolo Millares con la realidad artística contemporánea de aquellas fechas. A esta Bienal presenta Millares una obra realizada el mismo año en Las Palmas: Aborigen Nº 1obra fundamental en la producción del artista, calificada por la crítica como una de las obras capitales de la producción abstracta en España desde 1939.

En este año 1951, Millares realiza, dentro de su producción más constructivista, su primera exposición en la Península Ibérica, en las Galerías Jardín de Barcelona (Catalunya). Este año comienza su ciclo de Pictografías Canarias, anunciado ya en obras del año anterior. Estas pinturas, de evidente filiación onírica y surreal, con una honda evocación de las pintaderas canarias, las realizará el artista hasta mediada la década de los cincuenta.

Junto a Enrique Azcoaga el pintor Manolo Millares publica (1951) El hombre de la pipa, ejemplar de “Plana de Poesía”, en el que el artista realiza once dibujos. Este mismo año se muestra en el Museo Canario una exposición del grupo Lais de Barcelona. Con esta ocasión en el catálogo se publica un texto, firmado por LADAC, habitualmente atribuido a Millares, en el que el artista reivindica la obra de Tàpies, Cuixart y Planasdurá. Se publica un folleto, titulado “LADAC”, en el que se establece la relación definitiva de artistas de este grupo, que incluye a Plácido Fleitas, Juan Ismael, Manolo Millares y Felo Monzón. En 1952 se celebra la “IV Exposición de Arte Contemporáneo”, que LADAC organiza en el Museo Canario.

Su primer viaje a la Península es en 1953, con ocasión del Congreso de Arte Abstracto (Santander).  Entre otras muchas exposiciones en las que participa en 1953, es invitado al “Décimo Salón de los Once”, presentando su cuadro, del ciclo de Pictografías, “Aborigen de Balos” (1952). En octubre de ese año se casa con Elvireta Escobio, miembro también del grupo LADAC. En 1954 expone en la Galería Buchholz de Madrid, publicándose un catálogo con texto de Antonio Gaya Nuño. A la par, participa en la “II Bienal Hispanoamericana de Arte”, celebrada en mayo de este año en La Habana. A ella presenta tres obras pertenecientes, también, a su ciclo de Pictografías: “Aborigen de los Guayres” (1951), “Aborigen de Balos” (1953) y “Pintura Canaria” (1953). En 1955, Manolo Millares realiza su definitivo viaje a la península. Viaja en un barco junto a Martín Chirino, Manuel Padorno y Alejandro Reino. Ilustra el libro “Oí crecer las palomas” de Padorno. 

Obras anunciadas desde 1952, sus Muros, ocupan, entre 1955 y 1956, gran parte de su producción pictórica. Se trata de pinturas en las que, desde una esencia constructiva, el artista hace convivir dibujos sígnicos (anclas, escrituras inventadas y signos) con elementos procedentes de la realidad natural, principalmente de mineral: tierras, cerámicas y teselas, pero también maderas. La evolución de estos Muros se produce en el momento en que el artista horada algunos de sus lienzos creando espacios vacíos que anunciarán gran parte de sus trabajos de arpillera de los sesenta, y apareciendo el diálogo construcción-destrucción fundamental en la producción del artista.

En 1956 los “Muros” de Millares evolucionan hacia dos ciclos pictóricos próximos, a veces fundidos. Se trata de sus composiciones “con dimensión perdida” y “con texturas armónicas”. Este conjunto de trabajos supone una honda investigación matérica, de esencia despojada, y lleva al artista al descubrimiento de las posibilidades de la arpillera. En palabras del artista, en 1956: “Lo insólito que me aguarda en la dimensión perdida de una burda arpillera encuentra su único paralelo en lo oscuro e inatrapable de lo desconocido”. Sobre el término “dimensión perdida” escribía también el artista: “No admito la tercera dimensión ficticia, óptica, pero sí una dimensión auténtica, material. Es lo que yo llamo ‘dimensión perdida’, porque su fondo es real y, en consecuencia, no rompe la frontalidad mural”. El “I Salón Nacional de Arte No Figurativo” (1956) y organizado por José Fernández del Amo, director del Museo Español de Arte Contemporáeo y el crítico Vicente Aguilera Cerni recibe el incondicional apoyo de Manolo Millares.  En 1957 inicia sus obras, por lo general con título numerado, sobre arpillera. Es el año de creación del grupo El Paso. Aparece la monografía de Vicente Aguilera Cerni, publicada por “El Paso”, dedicada a Millares. Este año expone en el Ateneo de Madrid. En 1959 entra en contacto con quienes van a ser sus galeristas habituales: Daniel Cordier, que presentará habitualmente su obra, individualmente, en París (1961) y Fráncfort (1960) y Pierre Matisse (1960, 1965, 1974 y 1987), en Nueva York. En 1961 nace su hija Eva.

En 1962, se publica la histórica monografía de José Ayllón sobre Millares. Ésta, junto al libro escrito por José-Augusto França: Millares, publicado en 1977 por La Polígrafa, pueden considerarse dos de las obras capitales para comprender el universo creador de Millares. 1962 es también el año en el que la Tate Gallery adquiere el Cuadro 150 (1961). La obra de Manolo Millares estaría representada, en la década de los sesenta ya, en los más importantes museos de arte contemporáneo del mundo. En 1964 se convierte en uno de los primeros pintores que adquiere casa en Cuenca, trabando amistad con Fernando Zóbel y asistiendo a la inauguración del museo de Arte Abstracto Español de esta ciudad, del 30 de junio de 1966. Con este museo realizará varias ediciones gráficas. Se vincula a la recién creada galería Juana Mordó de Madrid (1964), a la par que traba amistad con Alberto Greco, con quien trabajará, ocasionalmente, en conjunto. Millares realiza este 1964 sus llamados “Artefactos al 25”, iniciados en los sesenta, conjunto de objetos tridimensionales, construidos principalmente con arpillera y madera, tres de los que expondrá, en mayo de 1965, en la galería Edurne de Madrid. Desde ese año colabora habitualmente con el Grupo ZAJ.

Desde 1964 colabora en todos los números de la revista Millares, en colaboración con sus hermanos los poetas José María y Agustín y la pintora Jane Millares Sall. Ahí se publica por primera vez su poema “Cuadro sin número”. La muerte de su padre en 1965 le produce una honda conmoción; a él está dedicada la carpeta de serigrafías “Mutilados de paz” con un poema de Rafael Alberto y la dedicatoria: “A mi padre, primer mutilado de paz que conocí”. Las exposiciones de Manolo Millares en la década de los sesenta se suceden. Entre otras destacan las celebradas en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en 1964 y en el Museu de Arte Moderna de Río de Janeiro un año después. En España, durante la década de los sesenta, y hasta su fallecimiento en 1972, su obra se pudo ver, entre 1960 y 1973 en Madrid (1962, 1963, 1967 y 1970), Santander (1967), Sevilla (1968) y Valencia (1970). En 1971 nace su hija Coro.

La producción de Manolo Millares entre 1960 y 1972, utiliza la arpillera como elemento fundamental de la composición. Además de la arpillera realiza dibujos, escenografías, diseño de alfombras, cerámica, grabados y libros ilustrados. Los colores blanco, negro y rojo se convierten en esenciales en su obra. La arpillera, que en los primeros cuadros de los sesenta permanece en muchos casos en su estado más puro, atraviesa, en la evolución del artista, diversos momentos en los que el lenguaje artístico deviene más torturado (véase su serie de “Homúnculos” anunciada con su Cuadro 39 de 1958), otrora más lírico (la serie de “Humboldt en el Orinoco”, realizada mediada la década de los 60), en ocasiones gestual (en sus obras en las que incorpora frenéticas escrituras inventadas en sus lienzos), hasta llegar a su momento final, lo que França llamó “la victoria del blanco”, en el que las composiciones alcanzan un grado de depuración hasta esa fecha (años setenta) no vistos en la producción de Millares (sus “Antropofaunas” o “Neanderthalios”). Los cuadros de esta última parte de su producción se verían en su última exposición en vida, la celebrada en el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris, entre el 23 de noviembre de 1971 y el 9 de enero de 1972.

Un lunes, 14 de agosto, de 1972, fallece Manolo Millares. Tras él, se evocaban sus palabras, publicadas en 1971 en Memoria de una excavación urbana (Fragmento de un diario) y otros escritos: "Los ojos cerrados, escurrido el cuerpo, cubierto el cuerpo de otra vida sin sol y sin ojos, lo tengo presente, y decían que era sano, hombre fuerte sietevidas, yo, puro entierro por cualquier paraje de no sé qué tiempo".

 

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