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Domingo LÓPEZ TORRES

(Santa Cruz de Tenerife, 1910)

(Santa Cruz de Tenerife, 1937)

Domingo López Torres fue uno de los más jóvenes vanguardistas canarios. Su poesía surcó toda una travesía por los mares de la vanguardia y el surrealismo y en ella incorporó el erotismo como ningún otro escritor de su época.  

Nació en Santa Cruz de Tenerife en 1910. Poco se sabe de su infancia, solo lo que nos evoca a través de sus poesías: las playas de su isla natal y una niñez ligada al mar, al puerto y envuelta en lo lúdico. Lo que sí sabemos es que sus primeros años los vive bajo el cuidado de su tía Feliciana y que, muy pronto, tiene que dejar los estudios de secundaria para dedicarse al arte de la orfebrería. En 1933 en una entrevista bajo la dirección de André Breton y Paul Eluard, impulsores del surrealismo, se le pregunta «¿Podría decir cuál ha sido el encuentro capital de su vida? ¿Hasta qué punto ese encuentro le ha dado o le da la impresión de lo fortuito o de lo necesario?», a lo que responde:

"Mi primer encuentro capital se produjo hacia la edad de nueve años: un libro técnico sobre el matrimonio y la higiene fue, para mi temperamento de esa época, el primer libro que exacerbó mis deseos, el primer libro pornográfico que me llegó a las manos.

Ese libro me enseñó la hipocresía de los prejuicios y el misterio imponderable de las personas grandes. Sentí entonces la vergüenza de mis partes sexuales dentro de mi pantalón corto".

[André Breton y Paul Eluard. Fragmento extraído de «Enquête», Minotaure, n.º 3-4, París, 1933].

Realizó algunos viajes esporádicos a otras islas, pero lo cierto es que toda su vida transcurrió en torno a su ciudad natal debido al compromiso que manifestó hacia los problemas sociales, culturales y políticos. Autodidacta y partícipe en ese afán renovador de las islas, cuyo mar iba a ser la apertura a un nuevo mundo, se erigió como un hombre de mente abierta y con un claro afán universalista. Regenta la librería Estanco n.º 5, situada en la Plaza de Candelaria, en cuyas estanterías incorporaría las nuevas tendencias creativas.

Con apenas dieciséis años publica una serie de poemas sueltos en la revista Hespérides, germen de la futura Gaceta de Arte, y participa en el grupo interdisciplinar Pajaritas de Papel. Más adelante, colabora para La Prensa, La Tarde, El Progreso, El Socialista, A la nueva ventura y Almanaque literario. Junto a sus amigos Juan Antonio de la Rosa, José Antonio Rojas, Pedro García Cabrera y Juan Ismael funda la revista Cartones, cuyo único número aparece en 1930 y en el que se integra su primer poemario, Diario de un sol de verano. Ese mismo año sucede un acontecimiento crucial en su vida que determinaría el fin de Cartones. En la bahía del puerto de Santa Cruz de Tenerife se ahogan sus dos compañeros, Juan Antonio de la Rosa y José Antonio Rojas, aunque él logra salvarse.

Uno de los hitos más importantes en el contexto artístico y cultural de los años 20-30 en Canarias es la aparición en 1932 de Gaceta de Arte, revista que llegaría a publicar un total de 38 números, y que vino a ser el culmen de todos los proyectos de revistas anteriores, situándose en la aurora de la modernidad. Domingo López Torres es, desde la primera entrega, redactor de esta revista cultural. A la par de la evolución de las publicaciones de Gaceta de Arte progresivamente se produce en López Torres una radicalización política y estética. Publica para esta revista sus ensayos sobre el surrealismo y se erige, según el crítico Andrés Sánchez Robayna, como el más genuino representante de este movimiento en Canarias. En 1933 Gaceta de Arte anuncia la publicación de su obra Surrealismo, pero esta nunca llegó a ver la luz.

Donde más se van a apreciar sus posicionamientos artísticos y estéticos va a ser en la sección titulada «Expresión de G. A.» organizada por Gaceta de Arte para el diario La Prensa de Santa Cruz de Tenerife, que se define como "una tribuna popular para la divulgación". En ella aparecieron importantes artículos de López Torres como «¿Qué es el surrealismo?», «Un film de René Clair» o «El psicoanálisis y la vida moderna».

En 1935 dirige la revista cultural Índice, de contenido social y políticamente vinculada a las corrientes izquierdistas. Hasta hace muy poco se daba por hecho que solo había existido una única entrega, la de marzo de 1935, pero en 2017 el TEA Tenerife Espacio de las Artes adquiere un segundo número correspondiente al mes de abril. En palabras del propio López Torres: “Índice vino a situarse más cerca de lo documental que de lo literario y a colocarse en los momentos aurorales del mundo al lado de los que levantan los cimientos de la nueva cultura”. Los ensayos que se recogen en estas entregas pretenden fijar una suerte de utopía o sociedad nueva donde las clases proletarias adquieran protagonismo. Índice se sumó a una reivindicación colectiva que, desde las tesis revolucionarias, luchó contra el conformismo y el eclecticismo.

Fue militante, junto a su amigo García Cabrera, del Partido Socialista y trabajó en una oficina consignataria de buques. Ocupación que compaginó con su participación activa en las reuniones diarias del grupo de Gaceta de Arte. Estas reuniones, en un primer momento, se celebraban en los «paragüitas» de la Alameda de Santa Cruz y, más adelante, en la librería que regenta López Torres.

Hasta ese momento, López Torres se había desarrollado arduamente como ensayista y eran muy pocos los poemas que había dado a conocer. Sin embargo, las composiciones líricas publicadas son plenamente surrealistas, de acuerdo a lo que postula en sus ensayos. En ellas, bucea en su inconsciente para esbozar su singular idea del mar y la isla. Destaca el cromatismo vinculado a lo cosmopolita y la integración de todos los géneros para crear una nueva literatura. Al igual que el escritor Agustín Espinosa, toma elementos que no son propios del paisaje canario pero que son asimilados a él.

En verano de 1936 ingresa en la prisión de Fyffes –una especie de almacén de plátanos que fue convertido provisionalmente en una prisión–, donde escribe Lo imprevisto, poemario-objeto ilustrado por su amigo Luis Ortiz Rosales. Es un libro fundamental para el surrealismo en Canarias y, según Sánchez Robayna, uno de los más altos ejemplos de ese movimiento en nuestra lengua.

En febrero de 1937 López Torres vería por última vez esa “brisa azul de las primeras horas” a la que cantó en sus poemas. Se le conduce en un barco-prisión hasta la bahía del puerto de Santa Cruz, donde es vilmente asesinado y arrojado en un saco al mar a manos de fascistas.

                 Recortado quedó el latir del mundo

                 en afilado congelado hueco

                que transparenta un mar petrificado.

[Domingo López Torres. Fragmento tomado de «Un poema inédito de…», Jornada Literaria, n.º 18, 4 de abril de 1981].  

imagen (c) Herederos Domingo López Torres.

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