Antón LAMAZARES
(Pontevedra, Galicia, España, 2 de enero de 1954)
Nacido en Maceira, aldea de Lalín, Pontevedra. Este entorno rural y aldeano marca su vida y también su obra. Realiza gran parte de sus estudios internado en el convento franciscano de Herbón, donde desarrolla su amor por la lectura y los clásicos grecolatinos. A fines de los sesenta comienza a escribir poesía, y entabla amistad con el escritor Álvaro Cunqueiro y con los pintores Laxeiro y Manuel Pesqueira, que se convertirán en sus primeros referentes plásticos. De manera autodidacta se inicia en el mundo de la pintura. Su largo viaje de 1972 por distintos países europeos para estudiar directamente la pintura de los maestros que admira, le dejará un gran poso, así como sus años de becario en Nueva York y en París. Siempre en una búsqueda continúa, entiende el viaje como una forma de conocimiento. En sus itineraios comprende varios destinos de Asia Menor y capitales que marcan d forma decisiva su mirada como Estambul. Durante un periodo se instala en Barcelona, donde trabaja como obrero de la construcción y estudia en sus centros de arte. Más tarde viaja a Madrid, donde se reencuentra con su maestro Laxeiro y conoce al poeta Carlos Oroza. A partir de ese momento, el intercambio entre pintura y poesía será una constante en toda su obra. Con sólo diecinueve años sus cuadros forman parte en exposiciones colectivas e individuales. Su obra ha sido seleccionada para su promoción internacional por el programa Arte Español para el exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores (SEACEX). Gracias a este programa y al éxito de sus creaciones, ha expuesto su obra en países como Estados Unidos, Hungría, Eslovenia, Jordania, Siria, y por supuesto, España. Desde hace unos años reside entre Berlín y Madrid.
Su obra también comprende arte gráfico y cine: Horizonte sin dueño es el nombre del largometraje documental sobre el más universal de los pintores gallegos vivos. Los autores del documental, los hermanos Nayra y Javier Sanz Fuentes, tras más de un año siguiendo a Lamazares, destacan “au exigencia vital, su tensión profunda en busca de lo extraordinario o la grandeza de su obra”. Sobre la forma que Lamazares tiene de entender su obra y su arte, añaden: “nos ha sorprendido también por el ímpetu con el que defiende un mundo que considera importante; no entiende su cultura como algo anecdótico sino como parte innegociable de su construcción vital y pictórica”.
En palabras del crítico de arte Francisco Calvo Serraller, “Lamazares es, no hay que olvidarlo, un artista mental y técnicamente muy complejo. Puede, por ejemplo, usar como soporte un vulgar cartón, pero, en sus manos, bien prensado y barnizado, cobra el lustre de una madera enlucida”.
