Interesado en multiplicidad de facetas culturales, Juan Hernández abandona la carrera de arquitectura para dedicarse por entero a la creación artística tras haber realizado, en 1976, su primera exposición individual en la Casa de Colón, Las Palmas de Gran Canaria. Tras colaborar con el Grupo Contacto 1, formulado por los hermanos Gallardo, su obra se incluye en las muestras –individuales y colectivas– de circuitos expositivos insulares, una etapa en la que explora la Performance, el Land Art y el arte Conceptual. En 1978, afianza su vínculo con la Sala Conca, para la que trabaja en exclusiva a partir de entonces. Durante este período, el color irrumpe en su pintura. Tras abandonar Conca, Juan Hernández cede su producción a Magda Lázaro, participando en ARCO 86. Varias exposiciones nacionales y diversos encargos en las islas revelan las particularidades de su poética personal. En 1988, la Consejería de Cultura del Gobierno Autónomo le concede una beca formativa en Nueva York, no obstante, su inesperado óbito truncó la trayectoria de uno de los más significativos artistas de la Generación de los 70.