Will Faber (Saarbrücken, 1901 - Barcelona, 1987) abandonó su país natal, Alemania, a principios de los años treinta, en plena efervescencia del nazismo, y se instaló en Barcelona, donde trabajó como diseñador gráfico e ilustrador. De esa época son sus portadas para la revista D’Ací i d’Allà y para A.C., la publicación editada por el Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea (GATEPAC). A partir de la década de los cuarenta se instaló definitivamente en Ibiza y desarrolló una obra con la que sintetizaba múltiples influencias –Klee y el cubismo, Otto Wols y los futuristas, el arte fauve y el dadaísmo, entre otros. También practicó, sobre todo a lo largo de los cincuenta y los sesenta, una pintura de corte informalista caracterizada por la utilización de técnicas muy variadas, como el frottage, el dripping y el ensamblaje de objetos cotidianos. Posteriormente incorporaría a sus trabajos signos, grafías y números en los que se adivinaba cierta síntesis entre expresionismo y rigor compositivo, entre plasticidad y diseño.

A lo largo de la década de los ochenta se suceden distintas muestras de reconocimiento a su trayectoria. Tras la exposición antológica que se celebra en 1981 en la sede barcelonesa de la fundación Joan Miró, el Ayuntamiento de la capital catalana le concede el Premio Ciudad de Barcelona. Poco antes de su muerte la ciudad de Ibiza le rinde un homenaje en forma de nueva exposición antológica. Actualmente está considerado como uno de los mayores genios artísticos de la región del Sarre, acunado por movimientos como el Expresionismo, Dadaísmo e incluso la famosa Bauhaus.