22 jul > nov10 13. Kintsugi -o "ensambladura de oro"- es una técnica antigua japonesa para la reparación de cerámicas. Se basa en la unión de las diferentes piezas de un mismo objeto mediante resina rociada con pan de oro, de tal modo que la rotura se exhibe como una elegante cicatriz dorada. Esta técnica se originó como una manera digna de conservar cerámicas milenarias estropeadas. La técnica Kintsugi adquirió tanta notoriedad que pronto los objetos reparados mediante ese procedimiento multiplicaron su valor.
La herida, y su posterior cicatrizado, se puede convertir en algo "bello", en una plusvalía. Diferentes culturas se han valido de la escarificación, una forma de auto-mutilación con la intención de infligirse formas en la piel como un signo de estatus social, político o religioso. Las lesiones causadas exhiben el queloide resultante, la muerte del tejido vivo, con orgullo.
Blanco roto es el propio dibujo, como grafismo y como acto. Irrumpir en el espacio y cortarlo con el trayecto de una línea. La acción física de tallar un dibujo mural en bajorrelieve, que rompe el blanco de la pared con esfuerzo corporal, quiebra el propio espacio y saca a relucir las heridas adheridas a él. Su residuo, el escombro convertido en queloide, duplica a la propia llaga, en un juego de reflejos y proyecciones que se extiende hasta el infinito, trascendiendo las paredes de la institución. Lo que queda es el espacio de en medio, vibrante, el sitio para la observación y el análisis. De una forma muy precaria, con la acción de hender y su remanente, la intervención deja patente las heridas y cicatrices de un espacio cargado histórica y culturalmente.
Es la grieta la que revaloriza el vacío del cubo blanco. La talla mural desparrama un mensaje poligonal, como propuesta desplegada de escritura y lectura, por descifrar. Como recuerda el propio Paco Guillén, "todas las palabras en el arte son monumentales".
Arístides Santana, Comisario de Área 60 en esta temporada.